El propietario de esta vivienda es un hombre soltero con una hija ya emancipada que en ocasiones se queda de visita. De la reforma se encargó la arquitecta Adriana Cepeda, quien a la vista, le imprimió un marcado carácter masculino, y se respira. Colores no-color como el negro, gris y blanco lo refuerzan.
Paredes de ladrillo visto, entramados de madera en las cubiertas y forjados vistos, son el resultado de la labor de casi excavación que tuvo lugar durante la reforma. El inmueble, oficina durante años, era un repertorio de falsos techos, paneles divisorios y compartimentaciones y luminarias típicas de las oficinas de los años 80.
La madera y la ripia de la cubierta (fueron restauradas a mano) junto con el cemento continuo, la malla metálica de arriba y el hierro de la cristalera son los elementos que configuran ese aspecto industrial que tiene este ático, y que matizaron el interiorismo de BATAVIA.
La cristalera divide la casa en zona privada: tres dormitorios en suite, el principal con salida a la terraza; y en zona pública o social orientada al sur y con los techos más altos (casi cinco metros en algunos puntos). Esta altura permitió ganar un espacio para el despacho, para lo q se construyó un mezzanine.
Los taburetes altos de la cocina, tapizados en piel son de DE LA ESPADA, y crean un contraste que interesó a la arquitecta, así como una selección de piezas icónicas danesas vintage originales diseñadas por Hans J Wegner parte de la selección de la COLECCIÓN BATAVIA.
Adriana Cepeda
BATAVIA
Belén Imaz