Si por algo se caracterizan los sofás daneses es por el uso combinado de tapicería y madera. La madera se incorpora en las patas y también frecuentemente en alguna parte de los brazos. Suele ser madera de teca en la mayoría de las ocasiones, pero también es frecuente el uso de la madera de abedul, teñida o sin teñir.
Los sofás daneses de mitad de siglo XX también tienen otra característica que los unifica, y es que están elevados sobre patas de madera dejando libre y practicable el espacio que queda debajo del asiento. Esto tiene la ventaja de permitir una más fácil limpieza bajo la sentada, sin dejar que se acumule polvo ni suciedad de modo recurrente.
La segunda zona en la que en ocasiones se incorpora la madera, son los brazos. Aunque no ocurre siempre, esta incorporación obedece nuevamente a una finalidad práctica –se pueden ver otros exclusivamente decorativos–. La madera se coloca en las zonas estratégicas en las que hay mayor roce de los brazos y las manos impidiendo el típico desgaste de las tapicerías.
Es muy común encontrar sofás daneses tapizados en piel. Hay una mayoría de piel negra y color natural, pero existen ejemplos no puntuales en color verde oscuro y también en granate.
Los tapizados en tela son realizados en la tradición de paños nórdica, es decir, lanas, más o menos gruesas.
Algunos de los más famosos diseñadores de sofás daneses son Finn Juhl, Børge Mogensen (cuyo sofá 2213 en piel es un icono hoy en día) o Carl Mamsten.
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